lunes, 18 de octubre de 2021

PEDAGOGIA ERÓTICA

 Son muchos los caminos que abrió Paulo Freire en su fecundo andar por el mundo. Desde su Pedagogía del oprimido, escrito en el exilio, hasta sus últimos textos, no dejó de buscar nuevas prácticas educativas que evitaran separar la vida del aula. Se propuso ofrecer alternativas a las ideas tradicionales basadas en la repetición memorística y en la letra muerta que acalla la curiosidad natural del ser humano. En todas sus propuestas se adivina el ejercicio espontáneo y jubiloso del libre pensar que surge del asombro de los primeros años. Pero la preocupación de Freire fue más allá. Sabiendo que para alcanzar la estatura humana, no basta cualquier tipo de educación, supo precisar una distinción que resulta clave para destacar sus dos posibles funciones sustantivas: a saber, la de adaptar o transformar. La primera ha sido la que ha adoptado la educación oficial por excelencia: adaptar al individuo al statu quo desde su infancia, con el fin de facilitar el control de la sociedad. La segunda, la transformadora, es por la que apostó Paulo Freire, consecuente con su denuncia de las desigualdades sociales y su búsqueda de una sociedad más justa. Educar para liberar con un fuerte sentido comunitario fue, sin duda, la más preclara herencia freiriana, como lo expresa su conocida frase: ¨Nadie educa a nadie –nadie se educa a sí mismo– los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo”. Para nadie es secreto la influencia que ha tenido su Pedagogía de la esperanza, por su eco liberador que ha traspasado fronteras más allá de nuestra América. Pero en esta ocasión quisiéramos señalar un rincón del sureste mexicano, donde esos ideales han germinado, recreándose, en el proyecto de educación autónoma zapatista, dando luz a lo 14 . Pedagogía erótica que algunos autores han dado en llamar “subjetividades emergentes”. Nos referimos a las y los jóvenes de las comunidades zapatistas que en 1994, año del levantamiento, apenas aprendían a hablar y que ahora son las y los maestros, las promotoras y los promotores de educación en toda la zona zapatista (que abarca un tercio del estado de Chiapas), a partir de su decisión y compromiso de establecer su propia educación autónoma, desde 1997, cuando despidieron a los maestros de la sep. Su diseño curricular resultó toda una lección en cuanto a creatividad y reafirmación de su identidad y en la metodología se adivina la mano sabia, respetuosa y solidaria de Freire. Se puede afirmar que en las más de 200 primarias que hoy funcionan en los Altos de Chiapas se advierte un paisaje distinto, donde entre las nubes y la niebla crecen niños y niñas llenos de vida, con vocación de alegría y dignidad, seguros de un porvenir muy distinto al de sus abuelos. Conocer ambos proyectos educativos, el de Paulo Freire y el de la Educación autónoma zapatista, resulta altamente gratificante en tiempos como los actuales, ya que ambos invitan a escuchar al otro y a comprometerse con el derecho de los oprimidos a pronunciar su mundo y transformarlo. Una última coincidencia: la transformación se logrará por la vía pacífica, la del diálogo. Será la palabra el arma más elocuente y eficaz para desarmar al enemigo: la barbarie y la ignorancia. Escuchemos a Freire en su Pedagogía de la Esperanza: “Liberándose en y por la lucha necesaria y justa, el oprimido como individuo y como clase, libera al opresor, por el simple hecho de impedirle continuar oprimiendo.” Así, el opresor-oprimido queda desvanecido, sin sentido. Finalmente, invitamos a las y los lectores a que leyendo esta propuesta creativa, de reinvención freiriana, como Miguel Escobar lo señala constantemente, piensen su práctica para transformarla. Coincidimos con el autor del libro, al vincular la propuesta pedagógica de Paulo Freire con los ideales del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, expresados en sus demandas de democracia, libertad y justicia para todo México, valores que muchos de nosotros, desde diferentes sitios, hemos estado enarbolando, sin abandonar la posibilidad de otros sueños y utopías para una sociedad por venir. Luis Villoro Fernanda Navarro